jueves, 20 de noviembre de 2008

La condena de Migliore



La desgracia futbolística puede estar a la vuelta de la esquina. Bien lo sabe Caszely y su malogrado penal del 82. También lo saben los familiares de Andrés Escobar, el jugador colombiano que punteó la pelota contra su propio arco en Estados Unidos 94, y que, al regreso a su país, encontró la muerte a manos de un hincha que no supo perdonar.
Pablo Migliore, arquero de Racing Club de Avellaneda, de alguna manera está emparentado con Caszely y Escobar. Ya no importa cuantos balones saque de la raya, cuantas pelotas con mano cambiada rasguñe por arriba del travesaño. A Migliore-y a los hinchas-le va a ser imposible olvidar el día en que quiso patear la pelota hasta la mitad de la cancha, interponiéndose en su camino, sin la más mínima intención, la nuca del delantero de Colón de Santa Fe, Esteban “Bichi” Fuertes.
Menos mal que en Racing, el equipo de Migliore, están acostumbrados a las tragedias. Los de la acadé pasaron 35 años exactos sin levantar un copa del torneo nacional y, entre medio, se fueron al descenso en los ochenta y a la quiebra a finales de los noventa. Como suele suceder con los equipos que son un desastre, todos esos sujetos necesitados de drama, acicalados por la idea romántica del perdedor, terminan transformándose en seguidores. Y cada vez que pasa una mini hecatombe como la de Migliore, se auto convencen de que ese tipo de cosas sólo les pasa a ellos. Es el sino de Racing. La maldición de Racing. Una maldición que alguna vez tuvo la U aquí en Chile, pero que dejó de existir cuando el equipo ganó un par de títulos y sus hinchas se aburguesaron y se creyeron ganadores.
Como sea. A Migliore le sirvió ser de de Racing. Hacia el final del video los hinchas se ponen a cantar como si estuvieran poseídos para demostrar “aguante”. En Boca, en River o en Independiente, el error no se habría dejado pasar así tan fácil.
Nota aparte para el Bichi Fuertes, que cuando se da cuenta que la pelota entra en el arco, sale a celebrar como si hubiera hecho un gol de media chilena. Mal Migliore, pero lo de Fuertes fue caradura.
Lo único cierto en todo esto es que el portero de Racing necesita armar su mente de nuevo. Y acostumbrarse a su nueva vida.
Porque el gol ese, se lo van a sacar en cara hasta el día en que deje de respirar.

martes, 11 de noviembre de 2008

Bolaño encarcelado


El preso número 1385412 de una cárcel de Huntsville, Texas, pidió una copia de Los Detectives Salvajes, de Roberto Bolaño. The Savage Detectives, la traducción al inglés—y que fue publicada el año pasado en Estados Unidos—es lo que debería haber llegado a sus manos. Pero le llegó otra cosa.
A 1385412 le enviaron una notificación en lugar de un libro. En ella se le comunicaba que la página 39 de la novela de Bolaño contenía: “Sexo grupal en un bar público”.
Este es el veredicto: Una específica determinación se ha tomado, considerando que la publicación va en contra de la rehabilitación del ofensor (el preso), porque estimula el comportamiento homosexual o conductas sexuales alteradas.
Lo divertido es que en la página 39 de Detectives Salvajes sí hay sexo en un bar, pero el sexo no es grupal ni homosexual.
Lo que es innegable es que hay varias parejas teniendo sexo, pero sin mezclarse. Lo que Bolaño hizo en página 39 fue un concurso en un cabaret donde las cortesanas debían practicar sexo oral a hombres particularmente dotados. No es la más fina de las imágenes, pero dudo que sea para privar del hábito de la lectura al preso número 1385412.
Desde que Bolaño se tradujo al inglés el año pasado, las críticas sólo han sido buenas. James Woods del Sunday Times Book Review ha comparado a Bolaño con Stendhal y Gide. En el New York Times dijeron que los Detectives Salvajes era un trabajo “complejo, quietamente caótico y sinuosamente memorable”.
Ahora acaba de salir al mercado la traducción de 2666, el ladrillo-novela póstumo de Bolaño. Las críticas nuevamente se muestran favorables, sobretodo la de Jonathan Lethem en el mismo NYT.
Lo que Bolaño nunca logró en vida (penetrar el mercado gringo) finalmente se le da estando dos metros bajo tierra. Habría sido algo demasiado extraño de presenciar: Bolaño firmando libros en alguna librería de NYC o San Francisco.
Prefiero quedarme con la imagen del preso 1385412, que al recibir la notificación de que los detectives estaban vetados para él, prefirió pagar de su bolsillo el envío del libro a la casa de un familiar. Era eso o la destrucción de la copia.
No sólo eso. Preso 1385412 tendrá que esperar hasta agosto del próximo año para poder leer el libro que no pudo leer tras las rejas. Es un salto de fe que puede terminar en un barranco. Quizás 1385412 llegue a la página 39 y se sienta algo perturbado. Y no lea nunca más a Bolaño.

domingo, 26 de octubre de 2008

Dios es mi piloto


A veces, lo que sale publicado en una revista no es exactamente lo que se pensó que se iba a publicar en un momento. Muchos auspiciadores significa que los artículos tienen que tijeretearse. Este que hice con Eliseo Salazar para revista Sábado en el rally de Pucón sufrió esa suerte. No se le cortó mucho, pero para el que quiera leer la versión original, aquí está.

Llueve y hay viento. La gente se pone bajo una carpa gigante, al lado del camino. Deja de llover y sale el sol. La gente sale de la carpa gigante y escucha el ruido de los motores de cerca. Es un día volátil. Como la bolsa de valores. Estamos en el sur, en Pucón, en la sexta fecha del Rally Movil. Y el clima contribuye al mundo tuerca con una necesaria cuota de dramatismo.
Establezcamos algo: esto no es una joda para Videomatch. Veo los autos pasar cerca de una curva y sé que en unos momentos, seré yo él que irá adentro de uno de ellos. Estas son vueltas de prueba, el famoso shakedown previo al comienzo del Rally oficial que empieza el sábado. Pero igual siento olor a tripas, corazón y polvo. Mucho polvo.
El piloto que me llevará de “paseo” no es cualquiera. Es Salazar. Eliseo. El Elías Figueroa de las tuercas. Él que más ganó, el que más lejos llegó y al que más le han cobrado los choques. Eliseo, leyenda nacional, confío en ti.

La verdad, no sé qué pensar, si ponerme nervioso. Antes de ir al encuentro de Eliseo, parado al lado del camino, cierro los ojos pensando en que los autos perderán el control, que se irán derecho encima de la gente que está parada tras una curva. No es pesimismo, es ignorancia. Al tomar las curvas, los pilotos jalan un freno de mano largo para mover la cola del auto y hacer que el auto pase con lo justo. La gente de rally está acostumbrada a ver los autos pasar al filo del choque. Ni siquiera se inmutan. Los corderos nuevos como yo piensan lo peor.
Me dicen que corra hacia la línea de largada, que es mi turno. En el shakedown, por lo general, el piloto da un par de vueltas con su navegante (o copiloto, si se quiere). Las dos vueltas restantes, el cupo va para un sponsor o algún amigo cercano. El shakedown es mitad probar el auto y el terreno y mitad show para la gente del lugar y los auspiciadores. Dentro del show, Eliseo hizo un esfuerzo y subió a Sábado a su auto. Gracias.
Llego donde están los autos, donde los motores parecen juguetes rabiosos. Y entremedio de todo, está Eliseo—agachado, revisando una rejilla justo abajo del parachoques. No hay tiempo para mayores introducciones. El piloto estrecha mi mano y sigue en lo suyo. El auto tiene que estar a punto para la carrera del sábado y Eliseo, obsesivo, tiene que estar seguro de que todo esté bien. Optimo. Diez puntos.
Todos se ríen de mí cuando digo que quiero sacar fotos con mi celular mientras Eliseo maneja. “Es imposible”, me dicen. “Con suerte te vas a poder afirmar”. Entro al auto con el celu igual. Por lo menos para sacar un par de fotos antes de largar.
Los autos de rally son autos de calle, pero enchulados. Una de las grandes diferencias es que adentro se construye una especia de jaula de seguridad, con fierros grandes de donde el copiloto, o sea, yo, se puede agarrar. Los asientos traseros no existen y los asientos delanteros son de plástico con cinturones varios que te dejan amarrado totalmente a la butaca. Entrar en la butaca me tomó largos y tensos minutos en que el copiloto argentino de Eliseo hacia lo posible para dejarme listo para la acción.
Una vez que tengo el casco puesto, llega el primero cachetazo de realidad. Eliseo habla y lo escucho por un audífono. Yo hablo y es él quien me escucha por un audífono. Todo lo que vendría después sería en estereo.
“Hagas lo que hagas, no toques esta palanca”, es lo primero que me dice. Eliseo se refiere al freno de mano largo que los pilotos de rally usan para doblar en las curvas.
La gente abre camino mientras vamos a la largada. Todos miran más de la cuenta. Es el efecto Salazar, que de seguro, debe traer más beneficios que contratiempos.
Yo pregunto por todos los instrumentos raros que tiene la cabina del auto. Pero entiendo poco. Todo lo que logro retener es que el auto tiene tracción a las cuatro ruedas y que hay una lucecita que le avisa cuando pasar los cambios.
“Vamos a ir a un 80 por ciento de lo que el auto puede andar con copiloto”, explica Eliseo bien serio. Uno jamás pensaría que es el mismo tipo bonachón que animó Video Loco a principios de los noventa. Pero bueno. Estoy interrumpiendo en su oficina. Y en la oficina se trabaja.
Lo del 80 por ciento se explica porque en el rally, el copiloto es fundamental. Es el copiloto él que dicta las curvas, él que sabe las sinuosidades del camino. Yo no soy copiloto. Soy un bulto al costado, por lo que Eliseo tendrá que ir mirando la ruta.
Llegamos a la línea de largada. Hay harta gente viendo los autos partir, hartas promotoras en trajes ajustados que me miran por el efecto Eliseo. Qué lindo. Pienso en lo efectivo que debe ser carretear con Salazar al lado, pensamiento interrumpido por el ruido estrepitoso del motor que indica que la partida es inminente.
Yo todavía sostengo mi celu en la mano, por si puedo sacar una foto con el auto en movimiento. Patrañas. Dan la señal y, apenas Eliseo aprieta el acelerador, tengo que dejar el celular entre mis piernas. RRRRMMMmmmm... Mi espalda queda pegada a la butaca y me agarro de inmediato de un fierro que está al costado de la ventana.
Es una sensación sónica. De entrar en una nueva dimensión, en la que el tiempo es más frágil que un bebé recién nacido. La razón es simple: Eliseo maneja a 120km por hora en un camino de tierra realmente horrible, con curvas cerradas y con sectores llenos de piedras del porte de una pelota de rugby. El auto se mueve y los baches se sienten. Y Eliseo, el mismo de la Formula 1, de Indianápolis y de Le Manns, parece una bestia en total control de lo que hace. Estoy entregado a lo que Dios, mi piloto, pueda hacer.
Y no hacer.
La gente al lado del camino parece pequeños borrones de colores. Mientras avanzamos, el camino va develando sorpresas. Alguien (debe haber sido un niño) traspasa la cinta de plástico y se agacha a recoger algo para luego volver disparado a ponerse tras la cinta. Se vio riesgoso. Y luego pasamos por encima de una poza gigante de unos cinco metros de ancho. Pensé que Eliseo iba a frenar un poco, pero la pasamos a toda velocidad mientras sentía un poco de agua mojar el final de la espalda. Los autos de rally, me explicarían después, no tienen aislación para disminuirles el peso.
Curvas más, piedras menos, empezamos a entrar a un área residencial, lo que significa que estamos terminando, que volvemos donde empezamos en la Hacienda Pucón. Y la verdad, no sé si tardamos un minuto, una hora, o un siglo en recorrer el circuito de tres kilómetros. La noción del tiempo se pierde. Y salgo del auto con las piernas débiles y tiritonas mientras las promotoras, curiosas ellas, miran. Qué lindo. Gracias Eliseo.

martes, 19 de agosto de 2008

Cinco Soundtracks


La mayoría de los soundtracks son ahí no más. Por lo general, un gran hit y lo demás puro relleno. Pero hay otros que son notables, que te pueden cambiar completamente la idea de musicalizar una película. Aquí van mis favoritos:

Bob Dylan- Pat Garret and Billy the Kid (1973): Es un álbum cortito y subvalorado para un film sobre uno bueno y uno malo en el oeste. La película es del gran Sam Peckinpah, el mismo de The Wild Bunch. El film y el score fueron un fracaso en su momento. Dijeron que Dylan se había puesto demasiado simple. Amateur. Pero ahí está la belleza de Pat Garret, justamente en su simpleza acústica. Hay un par de canciones instrumentales tocadas con dos notas que son épicas. Y también está el clásico Knocking on heaven´s door. Knock, knock, knocking on heaven´s door. Esa.

The Who- Quodrophenia (1973) Mismo año que el de Dylan, pero un soundtrack totalmente opuesto. Esto es una opera rock. Pero lo bueno es que, a diferencia de Tommy, esto es más rock que opera. El álbum se transformaría en un score para un film el 79. Se tomaría el guión hecho por Pete Townsend para Quadrophenia, pero todos los elementos operáticos serían eliminados. La música de los Who sería usada para contar la historia, como música de fondo.
Quadrophenia es una gran, gran película. Nunca la he visto en Chile y en Montreal pude arrendar una copia viejísima en VHS. Sting actúa como el chico malo, un tipo que de noche deja unas cagadas impresionantes, un tipo que todos admiran, pero que no dice nada y que durante el día trabaja de botones en un hotel. Pero la historia principal es sobre la gran rivalidad entre los mods y los rockers en un pueblo decadente y costero del Reino Unido. Como es de esperarse en algo de los Who, en Quadrophenia hay harta scooter, harta píldora y hartos chicos violentos. Las chicas también son violentas, de esas que carbonean las peleas. El final es grandioso, con una batalla campal en la playa de la hostia.


Neil Young-Dead Man (1995) El día que me compré este soundtrack maté absolutamente lo que pudo ser una buena noche de sexo. Explico: Esto es una banda sonora instrumental, con guitarras lentas y desafinadas. Desgarbadas. Neil Young never sings. En algunos momentos hay diálogos de la peli. Jonny Deep hablando, Iggy Pop hablando. La cosa es tétrica, como para escucharla en un cuarto oscuro con un cigarro y un vaso de whisky. Jamás con una mujer. Yo había llegado recién a Montreal de trabajar en un campamento de niños judíos millonarios y lo primero que hice fue comprarme un par de discos con la paga. En la ciudad, un tipo nos invitó a un grupo a carretear y alojar a su depto en hábitat 67, el gran y futurístico complejo hecho para la expo 67 de Montreal. Claro está. La noche había terminado y Josh, el dueño, o el hijo del dueño, me dio una pieza. Al rato llega una niña, Katherine Shea, linda de cara y generosa de pechos. Como toda beba voluptuosa, también estaba pasada un poco de kilos. Pero andaba bien. Y yo, el pelota, pongo Dead Man en la oscuridad. Y fui hombre muerto. A los cinco minutos Shea, me dijo que sacara eso. Y se dio vuelta enojada. Fue un viaje sin retorno. Gracias Neil Young. Igual el soundtrack es la raja.


Tom Waits y Crystal Gayle- One From the Heart (1982) Esto si que es romántico. Puede que esto sea lo más meloso del rudo Tom Waits, pero funciona de maravillas. Este es un álbum de duetos con harto piano y canciones construidas alrededor de los standards del jazz. Aún así, los temas mantienen el filo algo oxidado de Waits. El film era el primero de Ford Coppola después de Apocalipsis. La cosa se le fue de las manos: gastó mucho y no pudo recuperar la inversión. Declaró bancarrota y muchos de los films que Coppola hizo en los ochenta fueron para pagar las deudas. Al menos quedó un gran soundtrack.

Pink Floyd-Obscured by Clouds (1972) No me gusta mucho Pink Floyd, pero este debe ser su mejor álbum. Hay un poco de sicodelia, pero sobretodo, hay buenas canciones. Temas con estructura y con Gilmour y Waters cantando con una cierta base. Hay melodías bien bellas también. La película nunca la pude ver. Creo que el disco es la música para un film francés llamado la Vallée.

martes, 5 de agosto de 2008

Howard Schultz: El Salvador de Starbucks


Un artículo de mí para revista Sábado.



Italia fue el comienzo de todo. Hace 25 años, durante un viaje, Howard Schultz vio en Milán lo que nadie había visto hasta el momento: llevar el expreso a cada cruce de camino, a cada pequeño pueblo y a cada gran ciudad de Estados Unidos. Fue el tipo de epifanía que puede hacer a un hombre perder la cabeza. Eran tiempos en que Schultz se ponía a llorar cuando su suegro le decía que consiguiera un trabajo de verdad y que dejara a un lado sus sueños de hacer un imperio del café. La idea sonaba descabellada.
A pesar de las lágrimas, Schultz no paró, e hizo el intento de comprar sin éxito una pequeña cadena de cafeterías llamada Starbucks, en la que trabajaba como director de marketing. Como los grandes jefes no le hicieron caso, siguió su propio camino instalando algunas cafeterías en Seattle, en la costa oeste de Estados Unidos. La llamó Il Giornale, probablemente en honor al expreso italiano con el que tanto se obsesionó en ese viaje a Italia.
Pasaron dos años, y Schultz tuvo su chance. Sus antiguos jefes le dieron la oportunidad de comprar la franquicia (el dinero lo reunió de diferentes inversores), y cuatro millones de dólares después, Schultz daba comienzo a Starbucks. Era 1987, y todos sus locales de Il Giornale pasaban a ser parte del nuevo negocio.
En poco tiempo, las operaciones de Starbucks subieron como la espuma de un café cortado. La fórmula era simple y se podría dividir en tres: italianizar los productos ofrecidos con recetas nuevas como el expreso y, años más tarde, el mocaccino o el frappuccino. Hacer de Starbucks una cadena tan acogedora como sea posible, una especie de tercera casa entre el trabajo y el hogar. Y, por último, vender diferentes variedades de granos de café por gramos para uso doméstico. Todo con un sello de calidad altamente aspiracional.
Así, Schultz se demoró poco para darle valor agregado a un producto - el café- al que nadie le había sacado mayor provecho. Él le dio onda a su marca, y con la onda, pudo darse el lujo de llegar a cobrar 5 dólares por una taza. Sin arrugarse.
Los Starbucks crecieron por todo Norteamérica, espacialmente durante los 90. El periódico irónico, The Onion, anunciaba con sorna en 1998 que: "Starbucks había abierto una nueva sucursal en el baño de un viejo Starbucks". Era la invasión del café, una explosión que ni la gente más cercana a Schultz habría podido predecir. El hombre se había dado el gusto de crear una necesidad, pero, más importante, se había dado el lujo de crear una experiencia. La experiencia Starbucks.

En 2000, Schultz sintió que la tarea estaba cumplida y dejó el sillón principal de la cadena. La idea era que Starbucks siguiera andando con el impulso, pero bajo su supervisión. Y así fue, al menos por un tiempo.
Cuando Schultz se bajó del vagón, la franquicia tenía 3.500 locales en el mundo. Cinco años más tarde, Starbucks alcanzaba su local número 10.000. Demoledora expansión por donde se le mire. Schultz iba derecho a su meta de instalar 40.000 locales en el planeta.
No contaba, eso sí, con el desequilibrio de la economía global.
El mercado inmobiliario en Estados Unidos colapsó, y con él, varios vecindarios del sur de California y Florida, dos de los estados más populosos de la unión, quedaron semi vacíos. Y si la América suburbana vive bajo el manto de la incertidumbre, la clase aspiracional que se ha hecho adicta al café de Starbucks, lo piensa dos veces antes de entrar a un local e ir por una taza de "lujo a precio razonable", como Schultz le llama a su producto.
Así, no fue muy grande la sorpresa cuando a principios del mes pasado se anunció el cierre de 600 locales en Estados Unidos.
A eso se suma la gran alza del precio del petróleo y la leche en los últimos meses, quizás los dos fluidos más necesarios para el buen funcionamiento de la cadena. Esta suma de factores ha hecho que las acciones de la franquicia hayan caído a menos de la mitad en un año y medio. Un cuasi desastre para un negocio que parecía indestructible.
Desde afuera, o más bien desde la banca de suplentes, a Schultz no le gustaba lo que estaba pasando con su bebé. Y aunque reconoció que la crisis económica sufrida por buena parte del mundo es un factor importante, el tema no es decisivo para la gran baja de Starbucks. La convicción de poder sacar a la compañía adelante trajo a Schultz de vuelta a la cabeza de la compañía en enero de este año. Poca compasión tuvo con Jim Donald, el CEO saliente:
"La economía ha estado mal, pero eso no debe ser una excusa", dijo Schultz en una reunión de accionistas hace unos meses en Seattle. "Starbucks ha perdido su rumbo, pasando de ser un negocio creativo e innovador a un negocio inserto dentro de una cultura de mediocridad y burocracia".

Schultz, una leyenda de la América corporativa demócrata y alternativa al nivel de Steve Jobs, de Apple, fue recibido con los brazos abiertos por los accionistas, además de los 200.000 empleados de la cadena. Si alguien puede hacer reflotar el bote, ése es él. Es el tipo de fe que le tienen dentro de la empresa.
Schultz se ha caracterizado por enfatizar el perfil ético de Starbucks. En su vocabulario, ya sea cuando escribe o pronuncia un discurso, casi nunca faltan palabras como integridad, transparencia y verdad. Además, el tipo se describe a sí mismo como benevolente, cualidad que no suena bien en el mundo empresarial. Sobre todo en los difíciles tiempos que corren.
Schultz se enorgullece de que Starbucks sea una multinacional en la que los sindicatos no son necesarios. Desde que empezó en el negocio trató de hacer un modelo a escala humana, y se dice que la compañía gasta más en planes de salud para sus trabajadores que en importar el café que se vende en sus locales.
Según Bryant Simon, un profesor de historia de Temple University y autor del libro Consumiendo Starbucks: "Schultz cree que ha creado la compañía perfecta, una que puede solucionar los problemas del mundo y alterar el curso de la historia".
Puede que esté lejos de eso, pero en los pocos meses que lleva a cargo del show, ha sido capaz de dar varios golpes de timón. Su convencimiento de que la experiencia de ir a un Starbucks se había arruinado lo hizo cerrar todos los locales de Estados Unidos por tres horas para enseñarles a los empleados a hacer un expreso decente. El simulacro le costó 11 millones de dólares en sueldos y horas sin vender, pero hizo que los medios volvieran a simpatizar con una firma que busca volver a sus orígenes de estándares altos de calidad. Tan así es la preocupación de Schultz, que eliminó varios sándwiches del menú por encontrarlos derechamente malos. Eso, después de escuchar a un par de señoras quejarse en uno de los locales.
La búsqueda por la excelencia lo llevó de vuelta a Italia, donde encontró la receta de una nueva bebida que revolucionaría el mercado. Una mezcla de café, helado y jugo. Una especie de café-postre que estará disponible en los Starbucks del mundo el próximo año.
Hoy, Howard Schultz se junta con Mick Jagger o Paul McCartney para hablar de negocios (el último álbum de McCartney estuvo a la venta en las cajas de Starbucks). Va a late night shows y lee todos los mails que le mandan sus empleados. La idea es recuperar la mística perdida. Pero también la sustancia. La credibilidad.
No parece ser tarea fácil. Pero él tiene una ventaja: hace años fue capaz de convencer al mundo entero de que Starbucks tiene el mejor café del orbe, además de la mejor de las ondas.
¿Por qué no podría hacerlo de nuevo?

martes, 22 de julio de 2008

Mucha Carne


Hace un par de semanas veía con mi viejo el partido de la Católica con Unión jugado en Santa Laura. El partido recién empezaba cuando la cámara se queda pegada en Manolito Neira, la eterna promesa, el enclenque goleador que igual se las arregla para anotar. Mi viejo, sin dejar de mirar a Manolito, rompe el silencio con un: "Era mucha carne para ese cabro".
No lo pudo decir mejor. Siempre fue una gran duda el por qué Pamela Díaz, la guarra más filuda y sexy de este lado del planeta, se había metido con Manolito. Alguna vez los vi caminando en las afueras del Apumanque y el tipo parecía, más que su amante, el hermano chico de ella. Él andaba con un jockey para atrás y un buzo, mientras la fiera andaba vestida para matar, con tacos altos, abrigo medio aleopardado y look recién salido del horno de alguna peluquería del sector. A simple vista, era obvio que se lo comía con zapatos y estoperoles incluídos.
Todo esto para decir que Pamela debe ser el mayor placer culpable de una gran cantidad de hombres chilenos. Por ejemplo, en las palabras de mi viejo contra Manolito, se dejaba asomar entre líneas su admiración por la fiera. Y eso que a él siempre le han gustado las rubias.
Pocos lo reconocen, pero Pamela Díaz es una tremenda fantasía. De seguro, casi nadie sueña con casarse con ella, todos ya tenemos suficientes problemas, pero estar encerrado a solas con la fiera por una hora o dos, es definitivamente algo que uno alcanza a imaginar con cierto gusto.
Ese debería ser el momento de la verdad, el momento en que se sabe a ciencia cierta, si Pamela Díaz es demasiada carne o no. Y si todas las operaciones realmente valieron la pena.

martes, 15 de julio de 2008

Italia en Hollywood


Es raro, pero el cine hollywoodense, algo que todos consideramos tan gringo, tiene sus pilares más fundamentales en los directores y actores de origen italiano. Y no es que sea uno que otro más o menos conocido. Son un montón y de una influencia impresionante. ¿Por qué? No tengo idea, pero aquí va una lista. Me gustan las listas. Hablan solas.

Martin Scorsese
Francis Ford Coppola
Robert de Niro
Al Pacino
Joe Pesci
Brian di Palma
Quentin Tarantino
Nicolas Cage (verdadero nombre: Nicolas Coppola)
Jason Schwartzman (sobrino de Ford Coppola por el lado de la madre)
Leonardo di Caprio
Sofía Coppola
Giovanni Ribisi
Madonna (intenta actuar a veces)
Jason Biggs
Alyssa Milano
Jenna Jameson (La actriz porno, su verdadero nombre es Jennifer Marie Massoli)
Vincent Gallo
James Gandolfini
Liv Tyler (el verdadero apellido de papá Steve es Tallarico)
Jeneane Garofalo
Paul Giamatti
Téa Leoni
Mark Rufallo
Stanley Tucci
Marisa Tomei
Steve Buscemi
Tony Danza
Vincent D´Onofrio
John Travolta
Isabella Rossellini
Lou Ferrigno
Danny DeVito
Susan Sarandon
Sylvester Stallone
Jack Nicholson (Esta es buena. Nicholson es el apellido de la madre. El del padre es Furcillo, un showman que estaba casado con otra al momento de tener a Jack. El tipo ofreció hacerse cargo del niño, pero los abuelos de Nicholson decidieron hacerse cargo ellos mismos. La madre de Jack era sólo una joven bailarina. Hasta 1974, Nicholson creyó que sus abuelos eran sus padres y su madre, su hermana. Nicholson se enteró a través de un periodista de Times que le estaba haciendo un perfil. Al momento de enterarse, su madre y su abuela ya estaban muertas. Nicholson tenía 38 años)
Tony Bennet
Dean Martin
Frank Sinatra
Lou Costello (de Abbott Y Costello)
Rodolfo Valentino

martes, 24 de junio de 2008

I Don´t Wanna Grow Up

Los covers me tienen aburrido. Ya no sorprende escuchar a los Stones en Bossa Nova o a Oasis en versión crooner. Alguna vez fue novedoso, pero ya no. Latea. Ahora, cada vez que escucho un cover, me dan ganas de escuchar la versión original. De hecho, hay veces en que la canción original es vista como un cover, y el cover es visto como la original. Pasó hace algunos años con los Ramones y Tom Waits. Los Ramones hicieron I don´t wanna grow up y fue un semi hit. Pero pocos repararon en que la canción venía del rudo e inclasificable Tom Waits. Estéticas diametralmente opuestas, pero las dos valen la pena. No sé, escribo esto porque tengo ganas de subir los dos videos, ver si alguien se atreve a dar un veredicto.
Igual me cargan los covers. Menos este de los Ramones.

Tom Waits


Ramones

martes, 10 de junio de 2008

Manifiesto 8: Leer


Uno de los grandes debates en la literatura siempre ha sido el por qué se lee. O más bien, si te hace una mejor persona ser un lector. Como que la cultura, la literatura, son palabras tan santificadas, que uno tiende a creer que sí, que ser un devoto sí te hace mejor persona. De otra forma estaríamos poniendo en duda gran parte de lo que llamamos civilización. Por otro lado, nadie se pregunta si ser un matemático o un ingeniero te hace mejor persona, de hecho, nadie da un peso por ellos en el plano moral.
Mucho se dice también, que si el mundo estuviera regido por gente que lee, la cosa sería diferente, estaríamos viviendo en un planeta más humano, pero probablemente más caótico. Lo de caótico lo pongo yo, pero de esa premisa, la del mundo más humano, viene la famosa frase del poeta romántico Shelley en su ensayo En Defensa de la Poesía, esa que dice que los poetas son los legisladores no reconocidos del mundo.
Puede que en su contexto la frase haya funcionado, pero ahora está muy lejos de hacerlo. No voy a entrar en el típico argumento de que ahora hay cable e Internet y radio y que casi nadie lee. Mi idea es sólo decir que en tiempos de Shelley casi todos leían, incluso los más poderosos eran letrados, y el mundo se la pasaba de pelotudes en pelotudes. Y cada una de esas pelotudeces costaban millones de vidas en guerras que no terminaban nunca.
Hace poco le vi una frase al poeta chileno Vicente Huidobro que refuerza esta idea: ¿Cambia un hombre que ha leído todo Shakespeare, o todo Cervantes, o Pascal o Montaigne o Dostoievsky? Sí, Cambia. Y si a la mayoría no le pasa nada es porque no ha comprendido nada.
Algo de razón tiene Huidobro al decir eso, aunque él viene de la casta de los que no trabajan y tienen todo el tiempo del mundo para leer. Al final se puede decir que la lectura tiene el potencial de hacerte un mejor hombre o mujer, pero sus efectos dependen de dos cosas: tú grado de comprensión de lo que lees, y por último, del tipo de información que estás leyendo.
Es que los escritores son toda gente manipuladora, tipos que te puede enganchar con un par de giros idiomáticos. Hitler fue escritor, escribió Mi Lucha, y lo más probable es que la mayoría de las personas que leyeron el libro no salieron bien paradas en el campo ético. Desde ese punto de vista, Hitler fue un escritor tremendamente exitoso. Algo parecido, pasa con Bertold Brecht. El tipo se hizo tremendamente famoso por ser un dramaturgo tremendamente moral, pero en su vida personal era un verdadero perro. Escribiendo hizo creer que era bueno, cuando en realidad era malo. Claro, el tipo escapó de Hitler, lo que nadie dice que esté mal, pero en sus últimos días se paseaba por Berlin oriental con el auto más caro de la ciudad. Brecht, al igual que Neruda, escribió propaganda que poco tenía que ver con su vida, fue un marxista burgués, pero así y todo es un héroe para muchos. Eso sólo lo puede lograr el arte de escribir bien. O leer mal.
Por eso da un poco de risa cuando se dice que vamos a ser mejores si leemos más. Puede que nos haga más completos, pero no sé si mejores en el sentido ético de la palabra. De hecho, me parece que se puede aprender más viendo a la doctora Polo que leyendo a un sicópata-escritor como Easton Ellis.
Difícil llegar a una conclusión. Definitivamente leer hace bien, pero dudo que te haga mejor.

martes, 20 de mayo de 2008

Nido de Ratas


Hoy compré Nido de Ratas en un quiosco del centro por dos lucas y media. Aquí, cuatro notas arbitrarias del film.
1-Marlon Brando hizo en sus primeros cinco años de carrera más que cualquier actor de Hollywood actual en sus primeros cinco años.
2-En los años cincuenta, cuando una mujer te puteaba y gritaba, la discusión se solucionaba agarrándola fuertemente de la cintura, para luego darle un beso en la boca a la mala. Ahora, eso es imposible. De hecho, intentar hacerlo sólo empeora las cosas.
3-Nido de Ratas rompe la regla de que siempre es mejor el título original en inglés. Nido de Ratas es mucho mejor nombre que On the Waterfront.
4-Un soplón, aunque sea un soplón altruista, nunca va a dejar de ser un soplón.

martes, 6 de mayo de 2008

Manifiesto 7: Hermanos


Hace poco vi Viaje a Darjeeling de Wes Anderson. Bonita película con la típica estética
andersaniana de cámaras lentas con temas elegidos a mano. Pero más allá del film, que es realmente bueno, lo que más me impactó fue el darme cuenta que nunca, jamás, tendré la visión de vida de los tres hermanos en ese viaje de redención por la India. La razón va más allá de que ellos sean los típicos gringos cool y adinerados de Anderson. La cosa va más por el lado de que ellos tienen hermanos. Hermanos hombres. A eso me refiero.
Tener un hermano hombre es tener un camarada, pero también al peor de tus enemigos viviendo en tu propia casa. La relación va del compañerismo, a la competencia, al odio y de vuelta al amor. De hermanos. Cualquiera que haya tenido un hermano hombre es automáticamente mejor para los combos que yo (o que mí, si quieren). Cualquiera que haya tenido un hermano, probablemente deseó con locura, y en secreto, a la mujer de su hermano. Cualquiera que haya tenido un hermano, sabe lo que es hacer alianzas contra el mundo exterior, de confabularse tácitamente por el sólo hecho de ser hermanos.
Pacto de sangre. Pacto de hombres.
Yo tengo hermanas chicas. Las quiero a morir, pero no estamos en la misma frecuencia. No hay conflicto de intereses. No hay competencia. Y tampoco hay alianzas, porque el mundo nos jode por diferentes lados. Además, son hermanas bastante menores, lo que me hace un seudo hijo único.
Lo que también significa que aprendí una serie de cosas solo o a través de amigos. Todo bien, no me quejo de lo que me tocó, si en esto de tener hermanos hay tantas ventajas como desventajas. Lo que sí, y ahora me doy cuenta, tener un hermano del mismo sexo es como tener una práctica laboral anticipada o entrar al servicio militar sin jamás haber puesto un pie en un regimiento. Pegas, te pegan, mandas, te mandan y luego te unes para salir a patear traseros. Sin saberlo, te haces más competitivo para el mundo real, un cabrón, un hijo de puta, si se quiere. Suena bien.
Para otra vida será.

jueves, 24 de abril de 2008

´Manifiesto 6: Música para Machos

¿Cuál es la auténtica música para hombres? La que suena más fuerte no es la más ruda. Seguro. Los metaleros, por ejemplo, gastan casi tanto tiempo como los pokes cultivando sus largas cabelleras. Pff.
Para mí, la manera más entretenida de ser un macho-machista, borracho y peleador es siendo un rockabilly. Este video de los Stray Cats así lo demuestra. Esto es música para machos que les gustan las minas. Y ricas.
PD: El que no zapatea un poco con la canción, simplemente no le corre sangre por las venas.

martes, 15 de abril de 2008

El Resplandor de Terror a Comedia

Increíble lo que pasa cuando se cambia la edición y la música. En este spoof de trailer, el clásico de terror de Kubrick, El Resplandor, pasa de ser una peli inquietante a ser una comedia de padre-hijo. Una obra de arte esto. De verdad.

miércoles, 9 de abril de 2008

Pruebe y Lleve: Chile Pop, ejemplo IV: Héctor "Bambino" Veira



Es el gran personaje del fútbol en Argentina. Una especie de Borghi, pero con el doble de anécdotas y con un marcado gusto por la vida nocturna. Después de una exitosa carrera, principalmente en San Lorenzo de Almagro, se retiró en Chile el 77, en la U, en un equipo en el que jugaba Pellegrini, Salah y Socías. El entrenador era Luis Ibarra, el mismo del campeonato mundial juvenil del 87.
Bambino era remolón. Nunca fue un hijo del esfuerzo, pero era un 10 talentoso. Según él mismo cuenta, tenía una especie de acuerdo con Ibarra para entrar en los segundos tiempos cuando hacía demasiado frío. Era el final de su carrera y Veira tenía los tobillos destrozados.
Una noche gélida en Santiago, Veira llega a la cancha con pocas ganas de jugar. “Le dije a Luchito, un mostro, que estaba para jugar los últimos 30 minutos ese día”, recuerda el Bambino. Luego parte rumbo al banco de suplentes con dos pares de vendas en los tobillos, además de tobilleras. “Parecía la momia”.
Las cosas se ponen color de hormiga para la U en la cancha. El Bambino está sumergido en el banco, totalmente entumido viendo el partido. Ibarra lo mira y le grita ¡Bambino! ¡A calentar!
Bambino despega la espalda del respaldo, se asoma y responde: “¿Te parece, Luchito? ¡El 10 la está rompiendo!”.

martes, 1 de abril de 2008

What it Feels Like


La revista gringa para hombres, Esquire, viene con una sección que se llama “Lo que se siente” o “What it feels like”, en la que gente que ha tenido experiencias loquísimas describe lo que se siente estar en su pellejo. Aquí van un par de situaciones que me parecieron sobresalientes.

La primera es de Craig Strobeck, un aspirante a actor que tiene un desorden obsesivo compulsivo.
“En el momento en que me meto en la ducha, siento que estoy exhausto y me preparo para una o dos horas adentro de ella. No tengo ganas, pero sé que lo tengo que hacer para mantenerme limpio. Siempre empiezo de mi cabeza hasta los pies, todo tiene su ritual específico.
Lavarme el pelo me toma como una hora. Lavar mi frente toma sesenta pasadas con la esponja. Nunca 61 veces. Cuando lavo mis extremidades, me paso el jabón tan fuerte que se siente que mis huesos están tocando el jabón.
Cuando me empieza a doler, recién ahí siento que ha lavado bien cada área de mi cuerpo. A veces, después de estar completamente vestido, vuelvo a la ducha, a veces con ropa, a veces desnudo, porque he sentido que alguna parte de mi cuerpo no está lo suficientemente limpia. Se me repite una voz en la cabeza que me dice: “estás listo, pero igual quieres hacerlo de nuevo”. También tengo este sentimiento de que algo horrible me va a pasar si no hago un cierto ritual o tarea. La presión para hacerlo es devastadora como una voz diciendo ´no pares`, como una locomotora fuera de control”.

Brad Byers de 42 años describe lo que siente tragar espadas:
“Cuando empecé a tragar espadas tenía la más extraña sensación de tener un frío sable de fierro bajando por mi esofago. Ahora eso se siente natural
Puedo tragar hasta 10 espadas. Las pongo acostadas en la parte de atrás de mi garganta para suprimir el reflejo de expulsarlas, como cuando uno se mete los dedos adentro de la boca. Mientras más apretado se siente, más cuesta controlarse. Cuando me introduzco hartas espadas siento mi corazón latiendo contra ellas. Si retuerso una espada le da a mi garganta una sensación cruda y seca. Mi garganta tiene un hoyo atrás de tanto hacer el acto.
Sólo una vez me salió mal. Estaba actuando en la inauguración de una gran mall, cuando llamé a un tipo enorme para que empujara las espadas por mi garganta hacia abajo. Le di la señal para que parara, pero el tipo empujó la espada demasiado fuerte. Sentí que el fondo de mi estómago se dilataba. Me saqué la espada y no había sangre en la punta, asi que pensé que estaba bien y me tragué siete espadas más. Cuando me las saqué, las siete estaban bañadas en sangre.
Desde ahí en adelante, sólo dejo a la gente sacarme las espadas de adentro; jamás empujarlas garganta abajo. Esa fue la gran lección”.

viernes, 28 de marzo de 2008

Pokes Mexicanos



En México los pokes son emos, quizás porque tienen una influencia gringa más directa, a diferencia de nuestros pokes locales, que tienen una influencia más jap. La onda, eso sí, es parecida y otros grupitos cargados a la testosterona como los punks y los rockabillies, se han sumando a una cruzada anti emo en distintas ciudades mexicanas. El asunto llamó la atención de la revista gringa Wired, que hizo una pequeña pieza de los incidentes. Un mexicano sale diciendo que es bueno que en Estados Unidos sepan lo que pasa en México, que así se quitan la imagen de indios con sombreros en un desierto lleno de cactus. Ehh.
¿Serán los emos y pokes los nuevos hippies? Un grupo que se resiste a la violencia, en el que el amor libre se reemplaza por el ponceo y en el que el look ambiguo escandaliza hasta a gente de su misma edad. Tal vez la única diferencia es que los emos no quieren cambiar al mundo, no les interesa, incluso les da lata. Son una cultura 100% hedonista y también, 100% tribal. Bien. Da lo mismo. Jamás va a salir un Ken Kesey o un Gato Alquinta o un presidente de la nación como a los hippies les pasó con Bill Clinton. Los emos son pajeros y conflictivos. Un centro de madres con ropas raras. Y por eso están condenados a la extinción. O al menos, al mal del beso. Je.




Ojo con los hare krishna que entran a la batalla campal.

martes, 25 de marzo de 2008

Mi Generación, baby...

Increíble cover de My Generation de los Who por The Zimmers. Impresionante cuando el anciano que canta dice: "Prefiero morir antes de ponerme viejo" y justo se le ve la boca casi desdentada. Lo divertido es que los que cantan podrían ser padres de los propios Who, que a estas alturas están bastante pasados y diezmados a la mitad de la banda, simplemente porque a Keith Moon y John Entwistle se les acabó el tiempo aquí. Los señores que cantan sobrevivieron los bombardeos a Londres hechos por la Luftwafe y carreteaban bailando swing, si es que carreteaban. Gran generación. Al final del video rompen los instrumentos, al igual que los malandras de los Who.
Nadie salió accidentado en el proceso.


miércoles, 19 de marzo de 2008

Pruebe y Lleve: Chile Pop, ejemplo III: Calles Raras


Santiago es un gran laberinto de calles con nombres injustificables, muchas veces graciosos y otras veces, simplemente curiosos. En el recuento se puede decir que Recoleta es la comuna valórica de la capital con nombres de calles que van desde Abnegación hasta Puntualidad. La Florida sería la comuna futbolera por excelencia con rutas dedicadas al Real Madrid, al Rayo Vallecano y ex glorias del balón chileno como Raúl Toro o Jorge Robledo. Maipú es la comuna que más toma en cuenta el patrimonio nacional reciente, bautizando calles con los nombres de Malú Gatica, Raimundo Tupper, Pepe Abad, Quilapayún o Andrés Bobe, el guitarrista muerto de La Ley. Vitacura tiene un bizarro barrio en que todas las calles tienen nombres de estados norte americanos como Michigan, Indiana, o el jocoso Detroit. Y así. Muchas comunas desarrollan barrios conceptúales a pito de nada. Y a pito de nada, aquí vamos con un catálogo de calles que hacen que cueste evitar al menos una sonrisa al escucharlas. O leerlas. Ojo. Las interpretaciones corren por cuenta del lector.


Abnegación- Recoleta
Agraciada-Recoleta
Aguacate-Puente Alto
Ahínco-Estación Central
Ahorro-Cerro Navia
Albaricoques-Puente Alto
Alcatraz-El Bosque y Maipú
Alturas De Machu Picchu-La Reina y La Granja
Anaconda-Maipú
Arte de Pájaros-Huechuraba
Bell Boy-Huechuraba
Bibliografía-Pudahuel
Brujo de Los Andes-Lo Prado
Carabobo-La Florida y Vitacura
Cero Pajonales-Puente Alto
Clark Gable-La Pintana
Compañerismo-Recoleta
Corneta Cabrales-Maipú, Cerrillos y Puente Alto
Crítica-Pudahuel
Culminación-Pudahuel
Chelín Austríaco-Pudahuel
Chevrolet-Quinta Normal
Descabezado-Conchalí
Deseada-Pudahuel
Detroit-Vitacura
Dólar Canadiense-Pudahuel
Dodge-Lo Prado
Eagle Valdivia-Puente Alto
El Béisbol-Estación Central
El Picaflor-La Pintana-Cerro Navia
Esparragueras-Pudahuel
Fidel Pinochet-San Bernardo
Inti Illimani-Maipú
John Dos Pasos-Lo Prado
Koala-Cerro Navia
Las Lumas-Cerrillos-Cerro Navia
Ley 1838-Independencia
Ley 308-Independencia
Ley 5579-Independecia
Los Cachuditos-Puente Alto
Marilyn Monroe-La Pintana
Mercenario-Pudahuel
Pajonal-Renca
Placer-Santiago
Plano Regulador-Pedro Aguirre Cerda
Punta Gruesa-Maipú
Puntualidad-Recoleta
Responsabilidad-Recoleta
Sismógrafo-Puente Alto
Tracción-Lo Espejo
Tus Manos-Huechuraba
Varillas-Las Condes
Walt Disney-Maipú
Zorrilla de San Martín-Quinta Normal

miércoles, 5 de marzo de 2008

Por Qué el Viejo Bob


Poca gente entiende lo que significa Bob Dylan. Pronto llega a tocar a Chile y en la prensa salen variados artículos sobre su carrera y sobre su influencia en el mundo de la música y de la cultura en general. La lata es que todos estos artículos establecen lo obvio: que Dylan fue el primero en hacer letras más elaboradas, que dejó la cagada cuando pasó de trobador acústico a cantante de rock el 65, que el tipo tiene una personalidad algo díscola, etc, etc.
Bueno, todo eso es verdad, pero es el típico cliché del recocido del que sólo conoce sus grandes éxitos. Si es que.
Dylan, más allá de ser un gran letrista—quizás el mejor—o un buen músico, es un tipo con huevos. Con bolas gigantes. Y eso, cuando se es un “artista”, es más importante que cualquier otra cosa.
Explico. Todo el rollo de haber empezado a tocar guitarra eléctrica fue sólo el comienzo de una serie de decisiones arriesgadas por parte de Dylan. De hecho, lo de tocar con una banda de rock no fue tan jugado como lo que vendría después, ya que al unirse a la movida rockanrollera, Dylan perdía a muchos de sus fans folky, pero ganaba un inmenso mercado de gente que escuchaba a los Beatles, a los Stones o a los más aguachentos Byrds.
Su primera gran cachetada al establishment vino el año 68: el año en que terminó de explotar la sicodelia. Pink Floyd sacaba su segundo albúm, A Saucerful of Secrets, mientras los gringos apuntaban a una sicodelia más comercial con bandas como Jefferson Airplane o Grateful Dead. Y si no era sicodelia, el asunto pasaba por experimentar con todo tipo de formatos como lo hacían los Beatles en el albúm blanco o los Who, que a finales del 67 habían sacado el grandioso The Who Sell Out. ¿Qué hacía Dylan? Ese año volvía con dos albums totalmente ajenos a toda la movida de finales de los 60s: John Wesley Harding y Nashville Skyline.
Ambos discos eran una vuelta a sus mejores tiempos con la guitarra de palo, pero había una excepción: Dylan volvía como un contador de historias y no como un trovador con letras politícamente concientes, de esas que pretenden cambiar el mundo. Tan ajeno estaba a lo que estaba pasando, que en vez de hacer un dúo con alguien de su generación como George Harrison o Neil Young, Dylan se juntaba con Johnny Cash—a esas alturas un viejo de mierda para los hippies—y cantaba la preciosa A Girl From the North Country para abrir Nashville Skyline.
Y así siguió haciendo lo suyo sin mirar para el lado. Después de sacar Self Portrait, un disco que era mitad viejos covers y mitad canciones originales, el 70 Dylan sacaba New Morning, uno de sus mejores albums y también, uno de los más subvalorados en el que el piano tomaba el protagonismo que casi siempre tuvo la guitarra. El 73 sacó la estupenda banda sonora para Pat Garret y Billy the Kid y el 74 editó Blood on the Tracks, un albúm que lo devolvió a los charts y que registraba la dolorosa separación de su esposa Sara.
Claro que lo mejor vendría con Desire, disco en el que viene el clásico Hurricane y en el que Dylan ocupa a una violinista que le da una onda entre gitana y judía a casi todas las canciones del LP. Después de eso, el hombre se iría en una volada cristiana y se pondría a predicar en sus conciertos, a decirle a la gente que Cristo era la salvación. La gente iba a escuchar a Dylan cantar, pero Dylan iba a los shows a predicar. Un judío predicando como si fuera un evangélico. Un chiste, pero que grafica que el tipo tenía pelotas y que nunca le interesó quedar bien con nadie.
Ya en los ochentas el hombre se estabilizó, recuperó su judaísmo, pero sacó su material más débil. Los noventas serían el origen del Dylan que conocemos hoy. Un Dylan que se dedica a procesar las raíces del blues, del rockabilly y de la música country. Un Dylan que no debe tener idea lo que son Los Killers o Radiohead y que se viste como un alguacil tejano. Un Dylan que, para variar, va a contrapelo, y que decidió asumir su condición de viejo culiado. Y eso señores, lo hace tener más onda que cualquiera de sus colegas que sobrevivió los sesentas. No es tanto, pero igual es harto.

miércoles, 20 de febrero de 2008

El Loco Abreu


El loco Abreu era jugador de basquetbol. Tenía 16 años cuando estaba concentrado en Uruguay para irse a un sudamericano de la especialidad. Estaba con el víbora en el lobby del hotel cuando escucharon el ruido de una murga a lo lejos. Se miraron. Y como en un acto casi telepático, se escaparon por un costado para unirse al baile.
“Vamos, sacudimos el cuerpo un poco, y nos vamos a la cama más relajados para entrenar mañana”, se dijeron.
Al día siguiente, el entrenador reúne al equipo y dice que por actos de indisciplina, uno de los jugadores se queda en Uruguay. “Uyy, se jodió el víbora”, pensó Sebastián Washington, que es como realmente se llama el loco. Abreu pensaba que el víbora había sido delatado porque medía como dos metros y se podía ver a tres cuadras de distancia. Pero no. El entrenador dice un nombre y no es el del víbora. Es el del loco. Abreu no había reparado que la víbora, con sus dos metros, era la carta ganadora del equipo. El crá.
“Mi viejo me va a matar”, pensó el loco. Su padre era estricto y no perdonaba una. Pero el loco safó diciendo que el entrenador le tenía mala y que lo de la murga se lo habían inventado.
Abreu se quedó en Uruguay y para matar el tiempo, se unió a la selección de fútbol de su pueblo. Jugó un campeonato regional, metió goles, y lo vieron de Defensor de Montevideo. Se lo llevaron. Metió más goles y lo llamaron a la selección sub 17 de Uruguay. De ahí jugó en Nacional, uno de los grandes de Uruguay, para después transformarse en ídolo de San Lorenzo de Argentina. También jugó en España y en varios equipos de México. Ahora es delantero titular de River Plate. Una carrera y un sueño para todos los que somos futbolistas frustrados. Todo por la indisciplina, por irse de joda la noche equivocada. O más bien la correcta. Puto.

miércoles, 30 de enero de 2008

Noticias de Verano


En terminos de noticias, el verano debe ser por lejos la temporada mas rara del año. Los noticieros se llenan de segmentos de vacaciones en que, quizás, por unos momentos, a la gente le da envidia ser periodista y quiere estar en lugar del tipo con micrófono que entrevista minas ricas y viejos loquitos en las playas de Río o de Cartagena de Indias. Es tanto el espacio que se le da a las vacaciones, que la delincuencia desaparece, como si los ladrones también se tomaran vacaciones, incluso en Chilevisión, el canal de la delincuencia por excelencia. Lo único que permanece inalterable son los diez minutos que se le dedican a los dichos de Claudio Borghi en los espacios deportivos. De más que el tipo es divertido, pero de ahí a transformarse en un entrenador de fútbol que opina hasta de la inflación es como mucho. El hombre no es gurú.
Claro que lo más choqueante del verano ante la escasez de noticias, es lo del chileno que parece van a sentenciar a pena de muerte por haber violado y matado a una universitaria hace 10 años en Estados Unidos. Típico de los medios, sobre todo de la tele. Si el hombre se hubiera hechado a alguien en Burkina Faso o Surinam, difícilmente su caso hubiera llegado a las noticias. Pero como el crimen fue en Estados Unidos, se le da tribuna a un tipo que dejó el país hace más de 22 años y que a estas alturas es más gringo que chileno. Eso es típico tambián de la prensa norteamericana. Cuando un inmigrante, aunque tenga la nacionalidad norteamericana, se manda un cagazo, siempre se menciona su país de origen. Pero cuando el inmigrante se transforma en un ídolo deportivo como alguna vez lo fue la ex checa Martina Navratilova, se habla de la persona en cuestión como americana. Algo similar, pero en la vereda opuesta le pasó a Ben Johnson, el velocista canadiense que le ganó a Karl Lewis en los juegos olímpicos de Seúl el 86. Cuando el tipo ganó, todo Canadá estaba orgullosísimo del triunfo. Pero cuando se enteraron del doping, la prensa canadiense se empezó a referir a Johnson como el “atleta jamaiquino”, que es el país de origen de Johnson.
Esas son cosas que a pesar del paso de los años y de la conciencia que existe en las escuelas de periodismo, se siguen haciendo. Como que el orgullo nacional va por encima de hacer las cosas bien, o al menos, en forma correcta. Son ese tipo de incidentes los que hacen que tipos como mi viejo hablen como el forro de los periodistas y del periodismo. Lo divertido es que cada vez que lo hace, como que se olvida que yo mismo soy periodista. Pero ya está: quizás soy periodista por las razones equivocadas. O las correctas. Quién sabe.
De vuelta al verano, el otro gran hoyo de noticias se cubre con los pokemones. La cagó el fenómeno. Probablemente somos el único país del mundo en que pendejos con pinta de alternativos quieren salir en talk shows. Y es tanto lo que quieren salir, que hasta las noticias y los matinales se hacen un festín con ellos. Lo peor es que son tan huecos y superficiales que ahora algunos neonazis y otros punks les quieren pegar (o les han pegado) y alguna gente está sintiendo simpatía por los que están yendo al choque. Hay que ver qué pasa, porque la mala onda con los pokemones es cada vez más general y parte en la casa de sus mismos papás, los que tienen que aguantar a tipos planchándose el pelo y maquillándose hora y media frente al espejo. El punto es que los poke son parte importante de las noticias este verano. Estamos cagados.

lunes, 14 de enero de 2008

Redención Beat en Contratapa

Este Contratapa está bueno y es el número 50. Ascuchen.

Los beats son la generación de escritores que más impacto ha tenido en la cultura de los últimos 50 años. Se les tilda de adolescentes, de hedonistas perdidos, pero Bazán intenta redimirlos en este nuevo Contratapa.