jueves, 24 de abril de 2008

´Manifiesto 6: Música para Machos

¿Cuál es la auténtica música para hombres? La que suena más fuerte no es la más ruda. Seguro. Los metaleros, por ejemplo, gastan casi tanto tiempo como los pokes cultivando sus largas cabelleras. Pff.
Para mí, la manera más entretenida de ser un macho-machista, borracho y peleador es siendo un rockabilly. Este video de los Stray Cats así lo demuestra. Esto es música para machos que les gustan las minas. Y ricas.
PD: El que no zapatea un poco con la canción, simplemente no le corre sangre por las venas.

martes, 15 de abril de 2008

El Resplandor de Terror a Comedia

Increíble lo que pasa cuando se cambia la edición y la música. En este spoof de trailer, el clásico de terror de Kubrick, El Resplandor, pasa de ser una peli inquietante a ser una comedia de padre-hijo. Una obra de arte esto. De verdad.

miércoles, 9 de abril de 2008

Pruebe y Lleve: Chile Pop, ejemplo IV: Héctor "Bambino" Veira



Es el gran personaje del fútbol en Argentina. Una especie de Borghi, pero con el doble de anécdotas y con un marcado gusto por la vida nocturna. Después de una exitosa carrera, principalmente en San Lorenzo de Almagro, se retiró en Chile el 77, en la U, en un equipo en el que jugaba Pellegrini, Salah y Socías. El entrenador era Luis Ibarra, el mismo del campeonato mundial juvenil del 87.
Bambino era remolón. Nunca fue un hijo del esfuerzo, pero era un 10 talentoso. Según él mismo cuenta, tenía una especie de acuerdo con Ibarra para entrar en los segundos tiempos cuando hacía demasiado frío. Era el final de su carrera y Veira tenía los tobillos destrozados.
Una noche gélida en Santiago, Veira llega a la cancha con pocas ganas de jugar. “Le dije a Luchito, un mostro, que estaba para jugar los últimos 30 minutos ese día”, recuerda el Bambino. Luego parte rumbo al banco de suplentes con dos pares de vendas en los tobillos, además de tobilleras. “Parecía la momia”.
Las cosas se ponen color de hormiga para la U en la cancha. El Bambino está sumergido en el banco, totalmente entumido viendo el partido. Ibarra lo mira y le grita ¡Bambino! ¡A calentar!
Bambino despega la espalda del respaldo, se asoma y responde: “¿Te parece, Luchito? ¡El 10 la está rompiendo!”.

martes, 1 de abril de 2008

What it Feels Like


La revista gringa para hombres, Esquire, viene con una sección que se llama “Lo que se siente” o “What it feels like”, en la que gente que ha tenido experiencias loquísimas describe lo que se siente estar en su pellejo. Aquí van un par de situaciones que me parecieron sobresalientes.

La primera es de Craig Strobeck, un aspirante a actor que tiene un desorden obsesivo compulsivo.
“En el momento en que me meto en la ducha, siento que estoy exhausto y me preparo para una o dos horas adentro de ella. No tengo ganas, pero sé que lo tengo que hacer para mantenerme limpio. Siempre empiezo de mi cabeza hasta los pies, todo tiene su ritual específico.
Lavarme el pelo me toma como una hora. Lavar mi frente toma sesenta pasadas con la esponja. Nunca 61 veces. Cuando lavo mis extremidades, me paso el jabón tan fuerte que se siente que mis huesos están tocando el jabón.
Cuando me empieza a doler, recién ahí siento que ha lavado bien cada área de mi cuerpo. A veces, después de estar completamente vestido, vuelvo a la ducha, a veces con ropa, a veces desnudo, porque he sentido que alguna parte de mi cuerpo no está lo suficientemente limpia. Se me repite una voz en la cabeza que me dice: “estás listo, pero igual quieres hacerlo de nuevo”. También tengo este sentimiento de que algo horrible me va a pasar si no hago un cierto ritual o tarea. La presión para hacerlo es devastadora como una voz diciendo ´no pares`, como una locomotora fuera de control”.

Brad Byers de 42 años describe lo que siente tragar espadas:
“Cuando empecé a tragar espadas tenía la más extraña sensación de tener un frío sable de fierro bajando por mi esofago. Ahora eso se siente natural
Puedo tragar hasta 10 espadas. Las pongo acostadas en la parte de atrás de mi garganta para suprimir el reflejo de expulsarlas, como cuando uno se mete los dedos adentro de la boca. Mientras más apretado se siente, más cuesta controlarse. Cuando me introduzco hartas espadas siento mi corazón latiendo contra ellas. Si retuerso una espada le da a mi garganta una sensación cruda y seca. Mi garganta tiene un hoyo atrás de tanto hacer el acto.
Sólo una vez me salió mal. Estaba actuando en la inauguración de una gran mall, cuando llamé a un tipo enorme para que empujara las espadas por mi garganta hacia abajo. Le di la señal para que parara, pero el tipo empujó la espada demasiado fuerte. Sentí que el fondo de mi estómago se dilataba. Me saqué la espada y no había sangre en la punta, asi que pensé que estaba bien y me tragué siete espadas más. Cuando me las saqué, las siete estaban bañadas en sangre.
Desde ahí en adelante, sólo dejo a la gente sacarme las espadas de adentro; jamás empujarlas garganta abajo. Esa fue la gran lección”.