domingo, 28 de octubre de 2007

Máquina de Huesos


Muchos músicos constantemente alegan que lo que hacen, los críticos siempre terminan poniéndolo en una categoría. Eso es culpa de ellos. Jack White de los White Stripes dice que cuando rockea, los críticos dicen que sus canciones son "zeppelinesque". Cuando se tranquiliza, sus canciones son "beatlesque".
Malas noticias, Jack, porque cuando juegas rudo de verdad suenas a zeppelin, y cuando apuestas por la melodía de verdad suenas a los beatles, un gran honor, por cierto.
¿Es eso tan malo?
Si pretendes reinventar la música puede ser horrible, pero si quieres ser una buena banda, que la gente te vaya a ver y compre tus discos, sonar a algo puede ser lo mejor que te puede pasar.
En eso, hay que poner las cosas en la balanza. Tom Waits viene reinventando la música hace rato, pero nunca va a vender como Jack White simplemente porque no le importa. Además, Waits no se queja de las clasificaciones de los críticos porque ninguno puede clasificar lo que hace. Cuando se trata de Waits uno puede decir aquí hay jazz o folk o música industrial orgánica, pero uno no puede decir "esto suena a Dylan o a Pet Shop Boys".
Es cosa de revisar su carrera. Su albúm debut, "Closing Time", es lo más clasificable de lo que hizo porque sonaba a trovador acústico en la línea del mismo Dylan o Nick Drake, justo en el tiempo en que fue telonero de Frank Zappa. En esa gira lo pasó mal, nadie lo entendió.
Después vinieron una seguidilla de discos en el que el jazz fue incrementando su presencia. Para su cuarto albúm, "Small Change", ya no había guitarra, sólo una banda de jazz que no sonaba tanto a jazz, en la que Waits se encargaba del piano. También hay que decir que con el correr de los años su voz se hizo cada vez más rasposa, como si la hubiese remojado en bourbon y un par de cajetillas todas las noches.
Pero justo cuando la gente se acostumbraba al poco convencional jazz de Waits, el cabrón dio otro gran giro. Volvió a tomar la guitarra, pero esta vez, para tocar una especie de blues (por decir algo) sacado del infierno. Sucia-sucia la música, pero a la vez, tremendamente bella. Un escupo rabioso y sublime. De esa época viene su trilogía mejor lograda: Swordfishtrombones, Rain Dogs, y Frank´s Wild years.
Paralelamente, Waits hacía una que otra pega de actor. Extremadamente recomendable es Down by Law, la peli que hace con Roberto Benigni y John Lurie, dirigida por Jim Jarmush. En ella Waits, Benigni y Lurie comparten una misma celda, se llevan pésimo, pero escapan juntos. Benigni no habla inglés, y los otros dos lo tienen de perrito faldero. Pero todo funciona, sobretodo si hay un par de canciones de Rain Dogs en el soundtrack.
Actuando conoció a su esposa en los setenta, la actriz Kathleen Brennan. Waits dijo que se enamoró cuando la vio perforándose el labio en una apuesta y ponerse a tomar café un rato después. Con ella se compró un rancho en California donde vive hasta el día de hoy. La gente que vive cerca tiene suerte porque Waits se presenta a tocar en la taverna del lugar de vez en cuando. Increíble, porque Waits no sale mucho de gira.
Durante los noventa el hombre se industrializó, se puso pesado, sin abandonar sus oscuras baladas marca registrada. Bone Machine es un gran albúm en que pareciera que las percusiones fueran hechas con huesos humanos en vez de baquetas.
Lo importante es que Waits es de esos tipos que inventan géneros, que lo abarcan todo, como García Márquez: todo el que hizo realismo mágico después de él pareció un impostor. Con Waits es parecido, pero nunca tanto, porque nadie se ha atrevido a imitarlo. Habría que ser muy cara de raja.

lunes, 22 de octubre de 2007

Harold and Maude


No pude evitar acordarme de Harold and Maude, una peli de culto del cine norteamericano, cuando supe de la muerte de Adelfa, la esposa argentina de 82 años, recién casada con Reinaldo, un tipo que se empinaba por los tiernos 24. El doctor de Adelfa dice que murió porque vivió emociones demasiado fuertes al darse cuenta que los medios argentinos le estaban dando duro a su amor. Al parecer, razones hay. Reinaldo sabía de la crítica condición de su esposa desde la noche del viernes. Aún así, hasta hoy lunes en la noche el hombre todavía no aparece.
Harold nunca le hubiera hecho eso a Maud.
A pesar del rico humor negro del film (H and M fue escogida por Bravo en el puesto 42 de las 100 pelis americanas más chistosas), el celuloide mostraba una historia de amor verdadera entre un teenager y una viejecita. En este caso, razones para el romance habían hartas.

Harold era un chiquilín de familia acomodada bastante travieso que mataba el tiempo inventando diferentes simulacros de suicidio y asistiendo a funerales de gente a la que no conocía. Aunque esto suena a Chuck Palahniuk, hay que tener en cuenta que el film fue rodado en 1971 y que fue ayudado a entrar al panteón del cine de culto por las grandiosas canciones de Cat Stevens (recomiendo bajar Don´t be shy e If you want to sing out, sing out, compuestas especialmente para el film).
El caso es que en los funerales, Harold empieza a avistar a Maude, lady que se encuentra en las ceremonias por razones poco claras. Ambos se hacen amigos y comienzan a frecuentarse. Maude tiene un número tatuado en el antebrazo, signo de que es una sobreviviente del Holocausto. Harold es un niño con todas las necesidades cubiertas, lo que también lo hace ser un niño con la necesidad de hacer pelotudeces. La mezcla es dinamita, porque el triste pasado de Maude la hace ser una señora que vive cada momento a concho, así, hasta el último sorbo. El loco de Harold acepta ir por el viaje, a pesar de que ni siquiera tiene la suficiente edad para conducir, y se enamora en el proceso. Perdón, ambos se enamoran en el proceso. Hay sexo implícito, no mucho, pero hay. Y lo que es mejor, hay onda, demasiada onda entre Harold and Maude. Aquí es entonces, donde la historia de Reinaldo y Adelfa entra a la ecuación: ¿Habrá habido tanta onda entre ellos dos? ¿Tanta como la de Harold and Maude? Espero que sí.
Adelfa, loca linda. Descansa en paz.

jueves, 18 de octubre de 2007

Bazán podcaster: Clics y Colgados

Para los que no pasan por www.podcaster.cl, he aquí un par de podcasts embebidos de mi última cosecha. Si les gustan o se sienten curiosos, vayan a podcaster y escuchen la infinidad de programas que están ahí listos para ser subidos (o bajados). Ya iré embebiendo más capítulos...

CLICS 66
Wena Naty nos movió el piso, es chistoso, pero es grave. En España, novios despechados suben material comprometedor de sus exces sin que nada pase. Bazán dice que mientras no haya legislación al respecto, el asunto pasa por un castigo social a la gente que sube estos videos.



COLGADOS DEL ALAMBRE 66
Según El Economist, lo que se viene fuerte es la publicidad a teléfonos celulares. Bazán traduce y procesa las razones por las que el celu, se puede convertir en una insuperable manera de llegar a un público específico.

martes, 9 de octubre de 2007

Manifiesto 2: Poetas


Habrá algo más redundante que un poeta? O la poesía como género? Se necesita la poesía cuando el mundo está lleno de ella? Alguna vez escuché que un poeta no es más que un escritor mediocre, alguien que no tiene los suficientes huevos para darse a entender, ni la suficiente disciplina para escribir en prosa. Estoy de acuerdo. En el fondo, un poeta es como esos huevones que andan con rastas y se creen elegidos por el sólo hecho de tenerlos. También porque ambos--poetas y rastas--son pura estética, pura onda, puro aire. Si algo tienen en común Ginsberg, Neruda y Whitman es el show, la gran pose que los hizo inmortal.
Ojo que no quiero tocar a grandes poemas épicos y a los hombres que los escribieron: Homero, Virgilio, Dante, Milton...Ahí habían historias, desarrollo de personajes, el pulso de eras enteras. Mi problema es con los chantas a los que no se les entiende nada y los chantas que los leen y creen entender lo que los chantas escriben.
Está bien, la poesía no vende, pero es un vicio que sigue vivo y que va a seguir existiendo. Puede ser que no le haga daño a nadie, pero yo creo que sí: dentro de los poetas y sus pequeños círculos hay harto de enemistad, de snobismo, de ninguneo de los que están afuera viviendo vidas de verdad.
Y bueno, también está eso de que un poeta, al ser un poeta, por default niega la existencia de la poesía afuera de su oficio. Por mi lado, he visto más poesía escrita en crónicas preciosas o novelas incomparables. Un poeta es una víctima o, en el mejor de los casos, un matemático preocupado de la métrica y boludeces por el estilo. Un escritor es un victimario y, en el peor de los casos, o en el mejor (depende de dónde se mire)un hijo de puta sin talento.