miércoles, 20 de febrero de 2008

El Loco Abreu


El loco Abreu era jugador de basquetbol. Tenía 16 años cuando estaba concentrado en Uruguay para irse a un sudamericano de la especialidad. Estaba con el víbora en el lobby del hotel cuando escucharon el ruido de una murga a lo lejos. Se miraron. Y como en un acto casi telepático, se escaparon por un costado para unirse al baile.
“Vamos, sacudimos el cuerpo un poco, y nos vamos a la cama más relajados para entrenar mañana”, se dijeron.
Al día siguiente, el entrenador reúne al equipo y dice que por actos de indisciplina, uno de los jugadores se queda en Uruguay. “Uyy, se jodió el víbora”, pensó Sebastián Washington, que es como realmente se llama el loco. Abreu pensaba que el víbora había sido delatado porque medía como dos metros y se podía ver a tres cuadras de distancia. Pero no. El entrenador dice un nombre y no es el del víbora. Es el del loco. Abreu no había reparado que la víbora, con sus dos metros, era la carta ganadora del equipo. El crá.
“Mi viejo me va a matar”, pensó el loco. Su padre era estricto y no perdonaba una. Pero el loco safó diciendo que el entrenador le tenía mala y que lo de la murga se lo habían inventado.
Abreu se quedó en Uruguay y para matar el tiempo, se unió a la selección de fútbol de su pueblo. Jugó un campeonato regional, metió goles, y lo vieron de Defensor de Montevideo. Se lo llevaron. Metió más goles y lo llamaron a la selección sub 17 de Uruguay. De ahí jugó en Nacional, uno de los grandes de Uruguay, para después transformarse en ídolo de San Lorenzo de Argentina. También jugó en España y en varios equipos de México. Ahora es delantero titular de River Plate. Una carrera y un sueño para todos los que somos futbolistas frustrados. Todo por la indisciplina, por irse de joda la noche equivocada. O más bien la correcta. Puto.