viernes, 28 de marzo de 2008

Pokes Mexicanos



En México los pokes son emos, quizás porque tienen una influencia gringa más directa, a diferencia de nuestros pokes locales, que tienen una influencia más jap. La onda, eso sí, es parecida y otros grupitos cargados a la testosterona como los punks y los rockabillies, se han sumando a una cruzada anti emo en distintas ciudades mexicanas. El asunto llamó la atención de la revista gringa Wired, que hizo una pequeña pieza de los incidentes. Un mexicano sale diciendo que es bueno que en Estados Unidos sepan lo que pasa en México, que así se quitan la imagen de indios con sombreros en un desierto lleno de cactus. Ehh.
¿Serán los emos y pokes los nuevos hippies? Un grupo que se resiste a la violencia, en el que el amor libre se reemplaza por el ponceo y en el que el look ambiguo escandaliza hasta a gente de su misma edad. Tal vez la única diferencia es que los emos no quieren cambiar al mundo, no les interesa, incluso les da lata. Son una cultura 100% hedonista y también, 100% tribal. Bien. Da lo mismo. Jamás va a salir un Ken Kesey o un Gato Alquinta o un presidente de la nación como a los hippies les pasó con Bill Clinton. Los emos son pajeros y conflictivos. Un centro de madres con ropas raras. Y por eso están condenados a la extinción. O al menos, al mal del beso. Je.




Ojo con los hare krishna que entran a la batalla campal.

martes, 25 de marzo de 2008

Mi Generación, baby...

Increíble cover de My Generation de los Who por The Zimmers. Impresionante cuando el anciano que canta dice: "Prefiero morir antes de ponerme viejo" y justo se le ve la boca casi desdentada. Lo divertido es que los que cantan podrían ser padres de los propios Who, que a estas alturas están bastante pasados y diezmados a la mitad de la banda, simplemente porque a Keith Moon y John Entwistle se les acabó el tiempo aquí. Los señores que cantan sobrevivieron los bombardeos a Londres hechos por la Luftwafe y carreteaban bailando swing, si es que carreteaban. Gran generación. Al final del video rompen los instrumentos, al igual que los malandras de los Who.
Nadie salió accidentado en el proceso.


miércoles, 19 de marzo de 2008

Pruebe y Lleve: Chile Pop, ejemplo III: Calles Raras


Santiago es un gran laberinto de calles con nombres injustificables, muchas veces graciosos y otras veces, simplemente curiosos. En el recuento se puede decir que Recoleta es la comuna valórica de la capital con nombres de calles que van desde Abnegación hasta Puntualidad. La Florida sería la comuna futbolera por excelencia con rutas dedicadas al Real Madrid, al Rayo Vallecano y ex glorias del balón chileno como Raúl Toro o Jorge Robledo. Maipú es la comuna que más toma en cuenta el patrimonio nacional reciente, bautizando calles con los nombres de Malú Gatica, Raimundo Tupper, Pepe Abad, Quilapayún o Andrés Bobe, el guitarrista muerto de La Ley. Vitacura tiene un bizarro barrio en que todas las calles tienen nombres de estados norte americanos como Michigan, Indiana, o el jocoso Detroit. Y así. Muchas comunas desarrollan barrios conceptúales a pito de nada. Y a pito de nada, aquí vamos con un catálogo de calles que hacen que cueste evitar al menos una sonrisa al escucharlas. O leerlas. Ojo. Las interpretaciones corren por cuenta del lector.


Abnegación- Recoleta
Agraciada-Recoleta
Aguacate-Puente Alto
Ahínco-Estación Central
Ahorro-Cerro Navia
Albaricoques-Puente Alto
Alcatraz-El Bosque y Maipú
Alturas De Machu Picchu-La Reina y La Granja
Anaconda-Maipú
Arte de Pájaros-Huechuraba
Bell Boy-Huechuraba
Bibliografía-Pudahuel
Brujo de Los Andes-Lo Prado
Carabobo-La Florida y Vitacura
Cero Pajonales-Puente Alto
Clark Gable-La Pintana
Compañerismo-Recoleta
Corneta Cabrales-Maipú, Cerrillos y Puente Alto
Crítica-Pudahuel
Culminación-Pudahuel
Chelín Austríaco-Pudahuel
Chevrolet-Quinta Normal
Descabezado-Conchalí
Deseada-Pudahuel
Detroit-Vitacura
Dólar Canadiense-Pudahuel
Dodge-Lo Prado
Eagle Valdivia-Puente Alto
El Béisbol-Estación Central
El Picaflor-La Pintana-Cerro Navia
Esparragueras-Pudahuel
Fidel Pinochet-San Bernardo
Inti Illimani-Maipú
John Dos Pasos-Lo Prado
Koala-Cerro Navia
Las Lumas-Cerrillos-Cerro Navia
Ley 1838-Independencia
Ley 308-Independencia
Ley 5579-Independecia
Los Cachuditos-Puente Alto
Marilyn Monroe-La Pintana
Mercenario-Pudahuel
Pajonal-Renca
Placer-Santiago
Plano Regulador-Pedro Aguirre Cerda
Punta Gruesa-Maipú
Puntualidad-Recoleta
Responsabilidad-Recoleta
Sismógrafo-Puente Alto
Tracción-Lo Espejo
Tus Manos-Huechuraba
Varillas-Las Condes
Walt Disney-Maipú
Zorrilla de San Martín-Quinta Normal

miércoles, 5 de marzo de 2008

Por Qué el Viejo Bob


Poca gente entiende lo que significa Bob Dylan. Pronto llega a tocar a Chile y en la prensa salen variados artículos sobre su carrera y sobre su influencia en el mundo de la música y de la cultura en general. La lata es que todos estos artículos establecen lo obvio: que Dylan fue el primero en hacer letras más elaboradas, que dejó la cagada cuando pasó de trobador acústico a cantante de rock el 65, que el tipo tiene una personalidad algo díscola, etc, etc.
Bueno, todo eso es verdad, pero es el típico cliché del recocido del que sólo conoce sus grandes éxitos. Si es que.
Dylan, más allá de ser un gran letrista—quizás el mejor—o un buen músico, es un tipo con huevos. Con bolas gigantes. Y eso, cuando se es un “artista”, es más importante que cualquier otra cosa.
Explico. Todo el rollo de haber empezado a tocar guitarra eléctrica fue sólo el comienzo de una serie de decisiones arriesgadas por parte de Dylan. De hecho, lo de tocar con una banda de rock no fue tan jugado como lo que vendría después, ya que al unirse a la movida rockanrollera, Dylan perdía a muchos de sus fans folky, pero ganaba un inmenso mercado de gente que escuchaba a los Beatles, a los Stones o a los más aguachentos Byrds.
Su primera gran cachetada al establishment vino el año 68: el año en que terminó de explotar la sicodelia. Pink Floyd sacaba su segundo albúm, A Saucerful of Secrets, mientras los gringos apuntaban a una sicodelia más comercial con bandas como Jefferson Airplane o Grateful Dead. Y si no era sicodelia, el asunto pasaba por experimentar con todo tipo de formatos como lo hacían los Beatles en el albúm blanco o los Who, que a finales del 67 habían sacado el grandioso The Who Sell Out. ¿Qué hacía Dylan? Ese año volvía con dos albums totalmente ajenos a toda la movida de finales de los 60s: John Wesley Harding y Nashville Skyline.
Ambos discos eran una vuelta a sus mejores tiempos con la guitarra de palo, pero había una excepción: Dylan volvía como un contador de historias y no como un trovador con letras politícamente concientes, de esas que pretenden cambiar el mundo. Tan ajeno estaba a lo que estaba pasando, que en vez de hacer un dúo con alguien de su generación como George Harrison o Neil Young, Dylan se juntaba con Johnny Cash—a esas alturas un viejo de mierda para los hippies—y cantaba la preciosa A Girl From the North Country para abrir Nashville Skyline.
Y así siguió haciendo lo suyo sin mirar para el lado. Después de sacar Self Portrait, un disco que era mitad viejos covers y mitad canciones originales, el 70 Dylan sacaba New Morning, uno de sus mejores albums y también, uno de los más subvalorados en el que el piano tomaba el protagonismo que casi siempre tuvo la guitarra. El 73 sacó la estupenda banda sonora para Pat Garret y Billy the Kid y el 74 editó Blood on the Tracks, un albúm que lo devolvió a los charts y que registraba la dolorosa separación de su esposa Sara.
Claro que lo mejor vendría con Desire, disco en el que viene el clásico Hurricane y en el que Dylan ocupa a una violinista que le da una onda entre gitana y judía a casi todas las canciones del LP. Después de eso, el hombre se iría en una volada cristiana y se pondría a predicar en sus conciertos, a decirle a la gente que Cristo era la salvación. La gente iba a escuchar a Dylan cantar, pero Dylan iba a los shows a predicar. Un judío predicando como si fuera un evangélico. Un chiste, pero que grafica que el tipo tenía pelotas y que nunca le interesó quedar bien con nadie.
Ya en los ochentas el hombre se estabilizó, recuperó su judaísmo, pero sacó su material más débil. Los noventas serían el origen del Dylan que conocemos hoy. Un Dylan que se dedica a procesar las raíces del blues, del rockabilly y de la música country. Un Dylan que no debe tener idea lo que son Los Killers o Radiohead y que se viste como un alguacil tejano. Un Dylan que, para variar, va a contrapelo, y que decidió asumir su condición de viejo culiado. Y eso señores, lo hace tener más onda que cualquiera de sus colegas que sobrevivió los sesentas. No es tanto, pero igual es harto.